"Al jugar, los niños reubican sus mundos para hacerlos o bien menos aterradores o menos aburridos"
Sutton-Smith

¿Te has preguntado en alguna ocasión cómo se divertían los niños de antes o a qué jugaban tus abuelos en su infancia? “Nada enciende la mente de un niño como el jugar”, dijo el médico, psiquiatra e investigador Stuart Brown.

Lo que cambia solamente es el formato, porque la humanidad lleva jugando desde que el mundo es mundo. Uno de los juguetes más antiguos es un sonajero de terracota hallado en un yacimiento arqueológico de Turquía, y los historiadores calculan que los niños de la prehistoria disfrutaban con juguetes primitivos elaborados con hueso, arcilla o madera.

Hay muchos más ejemplos: en 2004, unos arqueólogos desenterraron una cabeza de muñeca de piedra de 4.000 años de antigüedad en las ruinas de un pueblo de la isla italiana de Pantelleria, con el pelo rizado y enterrada con utensilios de cocina en miniatura.

En el antiguo Egipto, un juego de mesa llamado senet aparece en dibujos murales de alrededor del año 2686 a.C. Remontándonos a la era actual, pero unas cuantas décadas atrás, ¿con qué se divertían los niños y las niñas en España?

Al margen de la comba, la muñeca, el escondite, el pañuelo o la pelota, juegos que hoy siguen en boga, hay otros que han caído prácticamente en el olvido. Hoy le devolvemos el brillo a estos juegos y juguetes típicos de España que están en peligro de extinción.

6 juguetes antiguos y juegos tradicionales que hoy ya casi nadie usa

juegos tradicionales

  • Chapas (o charpas): Se trata de una tradición especialmente típica de Castilla y León, sobre todo durante el durante el Jueves y el Viernes Santo de Semana Santa, ya que recuerda el momento en el que los soldados romanos se jugaron la Túnica Sagrada de Jesucristo a cara o cruz. Se juega con “dos perras gordas”, la moneda de 10 céntimos de la época de Alfonso XIII, en cuyo reverso se traza una cruz o aspa. Se trata de apostar y decidir si se quieren caras o cruces, lanzando las monedas al aire. Puede doblar beneficios si aciertas, perder o volver a tirar si sale cara y cruz.
  • Otras chapas (esta vez de botella): Con viejas chapas de botella también existe un antiguo juego infantil. Hay que dibujar un círculo y poner las chapas dentro. Desde una línea exterior cada jugador debe lanzar otra chapa e intentar sacar del interior una chapa del rival, con la cual se queda. También hay otras maneras de jugar, como haciendo una carrera sin salirse del circuito dibujado.
  • Rayuela: Este juego, que según la cultura también se conoce como mariola, luche, cuadrado, avioncito o sambori, consiste en dibujar con tiza en el suelo un diagrama con cajas con números del 1 al 10. Cada niño tira una piedra a un cuadrado, que es “casa” y no se puede pisar, debiendo recorrer el circuito a la pata coja, salvo en los cuadrados dobles. Hay que pasar la piedra de cuadrado en cuadrado, llegar al 10 y retornar a la casilla de salida. Gana el primero en lograrlo. La rayuela es uno de los juegos tradicionales ideal para mejorar el equilibrio y la coordinación.
  • Tabas: El juego de las tabas consiste en el lanzamiento de unos huesos (o tabas) a modo de dados, aunque posteriormente también se comercializaron tabas de plástico, como las de la marca gogos, así como en resina o en metal. Como curiosidad, este juego de azar ya se practicaba en la antigua Grecia, apareciendo plasmado en diferentes esculturas, pinturas y ánforas. También se usaba como objeto adivinatorio. Hoy se sigue jugando en la Pampa argentina o Mongolia, mientras que roza la extinción en España y Francia, donde era común especialmente en zonas rurales y ganaderas.
  • Yoyó: No fue hasta 1928 cuando aparece el yoyó tal y como lo conocemos hoy en día, aunque su origen se remonte a la Edad Antigua, en concreto al siglo V a.C. Fue Pedro Flores quien abrió la primera fábrica en California, desde la que despachaban 300.000 unidades diarias. Donald Duncan la compró y registró la marca yoyó en 1935, pero a partir de los años 60 la Justicia dictaminó que es una denominación genérica. Se trata de dos discos unidos -normalmente de madera, aunque también de plástico, metal o carbono- unidos por una cuerda y con la que se pueden hacer toda clase de trucos, como rebobinar, pasear al perro, dar la media vuelta, el dormilón o la bicicleta.
  • Canicas: Los egipcios y los romanos ya jugaban a las canicas. De hecho, la primera prueba de su existencia se halló cerca del río Nilo, donde se descubrieron bolitas en el interior de la tumba de un niño. También en Oriente Próximo hubo hallazgos de esferas de huesos de animales con carácter adivinatorio. Existen muchas variantes de juegos de canicas, como el círculo o la rueda, o el túnel, también llamado ratonera. En general suele requerir ingenio, puntería y concentración, medir bien las distancias y afinar los movimientos motrices sutiles. Los objetivos suelen ser darle a la canica de los adversarios o meterlas en todos los hoyos.
Hay muchos más juegos tradicionales que están en desuso, como las peonzas, las matatenas, o las cometas. En nuestra mano está ponerlas en valor y resucitar su potencial didáctico y lúdico, ya que tienen detrás una gran huella simbólica y una historia que contar: millones de niños las han tenido en sus manos antes de hacerse mayores.

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