El agua no sabe cuántos años tienes
Dara Torres

Ya estamos a tan solo unos días del pistoletazo oficial del verano, la época por excelencia de la piscina, la playa, el río y otros lugares ideales para darse un chapuzón reconfortante, divertido y refrescante, jugar a saltar las olas o practicar un deporte tan beneficioso como la natación.

Muchas familias desconocen los grandes beneficios que puede aportar nadar desde edades bien tempranas, o dudan sobre el mejor momento para apuntar a su hijo a clases de natación.

Hoy, resolveremos esa cuestión para que te sientas, nunca mejor dicho, como pez en el agua dejando a tu niño en la piscina.

Los increíbles beneficios de la natación para la salud de tus hijos

aprender a nadar

La natación es una actividad que potencian la fuerza, resistencia y flexibilidad al mismo tiempo. Por eso, se ha ganado el mérito de ser considerado el “deporte más completo”. Estas son algunas ventajas de nadar para la salud de los más pequeños:

  • Desarrollo muscular superior: Al practicar natación, se utilizan dos tercios de los músculos de todo el cuerpo. Es un ejercicio de bajo impacto, con muy pocas probabilidades de lesionarse huesos o articulaciones, o padecer dolores musculares. Por tanto, contribuye al desarrollo muscular infantil de forma segura.
  • Un corazón más sano: La natación favorece una salud cardiovascular superior. Fortalece el corazón, hace que el suministro de sangre sea más eficiente, reduce la presión arterial y optimiza el funcionamiento de los vasos sanguíneos. Al cuidar el aspecto cardiaco y la musculatura, los niños adquieren una mejor resistencia.
  • Más calidad de sueño: La natación es una actividad relajante, que ayuda a descargar adrenalina, a prevenir el estrés, a liberar hormonas de la felicidad como dopamina, serotonina o endorfinas, combatiendo el insomnio y ayudando a conciliar el sueño.
  • Ansiolítico natural: La natación mejora el estado de ánimo y ayuda a cuidar de la salud mental. Un estudio realizado por Swim England muestra que la natación es muy útil para prevenir y reducir los síntomas de la ansiedad y la depresión. En él, 1,4 millones de personas en Inglaterra confirmaron los efectos positivos de nadar al menos una vez por semana.
  • Mejor sistema inmune: Nadar en agua fría aumenta el recuento de glóbulos blancos, contribuye a eliminar bacterias y patógenos de las vías respiratorias y provoca cambios en los anticuerpos y los leucocitos. Así, los niños pueden tener más resistencia frente a potenciales enfermedades. Al evitar el sedentarismo, también reduce el riesgo de obesidad.
  • Mejora de la postura corporal: La natación es una actividad especialmente beneficiosa para la espalda, y que ayuda a los niños a tener una buena postura corporal desde pequeños, favoreciendo la alineación correcta y evitando futuros dolores y problemas musculares.
  • Gran coordinación, equilibrio y flexibilidad: La natación exige la coordinación y el trabajo conjunto al mismo tiempo de diferentes músculos del cuerpo. Al tonificar los músculos y moverse para mantenerse a flote, los niños se vuelven más flexibles y ganan en destreza, psicomotricidad o equilibrio, además de en concentración mental y conocimiento de su propio cuerpo.
  • Desarrollo cognitivo: Aprender a nadar en edades tempranas puede ayudar a mejorar y acelerar el desarrollo cognitivo de los niños, además de favorecer la adquisición de nuevas palabras. Las investigaciones también indican que los niños que están en forma tienden a tener un mayor volumen cerebral en el hipocampo, una región del cerebro asociada con la memoria. Según recoge la BBC, también aumenta los niveles de una proteína llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), mejorando la plasticidad neuronal.

Los especialistas señalan que la natación también ayuda a alcanzar más autoestima, ganar en confianza y ayudar a los niños a superar sus miedos, a obtener más bienestar social y a cultivar la disciplina y el amor por la actividad física desde bien pequeños.

Edad a la que un niño puede aprender a nadar

Es importante destacar que cualquier edad es buena para aprender a nadar. O dicho de otro modo, que nunca es tarde para aprender. Sin embargo, hacerlo desde una edad temprana ofrece múltiples beneficios, como una adaptación más fácil al agua o el hecho de que los niños son más receptivos para el aprendizaje.

Además, se trata de una habilidad vital para tomar precauciones y aumentar la seguridad del niño en el agua. Hay piscinas que permiten a los padres o madres apuntar al bebé a natación desde que este cumple 6 meses, lo que se conoce como matronatación.

Son sesiones adecuadas al desarrollo infantil, y cuyo propósito no es exactamente enseñar a nadar, sino que aprendan a flotar mediante una serie de ejercicios y juegos de estimulación acuática. Además, les proporciona mucho bienestar: recuerda que vienen de estar 9 meses en un medio acuático. La duración de la matronatación varía según diferentes factores, aunque suele durar aproximadamente hasta los 2 años. En estas clases el bebé fortalece el vínculo con sus cuidadores, adquiere las habilidades básicas de flotación, mejora su psicomotricidad, gana confianza y autonomía en el agua.

Centrándonos en la natación propiamente dicha, los especialistas recomiendan que los niños aprendan a nadar entre los 3 y los 4 años, aunque depende del estado madurativo de cada niño.

Los primeros pasos son flotar y mover las extremidades inferiores, nadar al perrito o bucear, empezando siempre con ayuda y bajo la supervisión de un profesional. En las fases más avanzadas, los niños ya pueden aprender las diferentes técnicas y estilos de natación: crol, espalda, braza y mariposa.

Es recomendable que para varios de estos estilos tengan al menos 4 o 5 años de edad. Por ejemplo, la mayoría de los expertos en natación sugieren que los nadadores deberían tener al menos 8 o 9 años de edad antes de comenzar a aprender el estilo de mariposa.

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