Si tuviésemos que representar la infancia en una sola imagen o garabato, muchas personas pensarían en un niño o niña en un columpio, volando liviano como el viento y descubriendo esa pequeña pero liberadora sensación de vértigo, de aprendizaje, de movimiento en la naturaleza. Sigue siendo la estrella del parque y emocionando a los pequeños y a sus familias generación tras generación.

El columpio es uno de esos juguetes universales, eternos y perfectos, como lo son la rueda, el libro, la escoba o los patines: objetos magistrales que han hecho historia y que nos acompañan desde hace siglos. Tanto es así que incluso existe una obra reciente sobre el columpio, publicada por el ensayista Javier Moscoso en la Editorial Taurus. “Sus usos han labrado un terreno fecundo entre el arte y la vida, entre el ritual y el conocimiento, entre la cultura y el juego”, destaca el autor.

El origen del columpio se remonta a la Grecia Clásica o a la China preimperial, está presente en las obras de Goya o Fragonard y confluye en las tradiciones culturales de países tan diferentes como la India, Corea o Tailandia.

Ahora que ha llegado la primavera con sus días más cálidos, agradables y luminosos, este artículo pretende ser una invitación a acudir a los parques y disfrutar con los niños del columpio, el tobogán y el juego al aire libre, clave para fortalecer el sistema inmune, conectar con el resto de seres vivos -plantas, animales y otras personas-, hacer nuevos amigos, recibir todos los beneficios de la luz solar o segregar hormonas de la felicidad.

A continuación podrás comprobar cuáles son los principales beneficios del columpio: desde potenciar la práctica de ejercicio físico y abandonar el sedentarismo tan propio de los tiempos que corren a desarrollar habilidades psicomotrices, fortalecer la musculatura y sobre todo, sentir felicidad y libertad al máximo, una sensación imborrable de la memoria de un niño.

Estos son todos los beneficios del columpio para los niños

  • Movimiento y experimentación: jugar en el columpio implica actividad física, experimentación y desarrollo de los sentidos. Ayuda a los más pequeños a experimentar la sensación del cuerpo en el espacio, a balancearse -el balanceo para los bebés es fuente de seguridad, relajación y placer- y a mantenerse físicamente activos.
  • Explosión sensorial: el columpio es el juguete que más aproxima al niño a la sensación de volar. Varias investigaciones señalan que el equilibrio, el balanceo, los giros y las rotaciones estimulan a la vez diferentes vías cerebrales que ayudan a que el niño desarrolle competencias como el ritmo, el control muscular, la propiocepción corporal o la conciencia espacial.
  • Estimula el equilibrio: el columpio requiere fuerza, destreza y coordinación de manos, pies y brazos, mejora la postura corporal e incentiva el equilibrio. En casa o en el cole estos aspectos pueden trabajarse con una tabla de equilibrio.,
  • Ayuda a crear lazos sociales: el columpio favorece el intercambio de roles, ya que un niño empuja a otro, charlan, interactúan con otros niños desconocidos, aprenden a esperar su turno y a hacer nuevos amigos. Por tanto, es un elemento genial para favorecer la interacción espontánea y crear un ambiente divertido, relajado y comunicativo.
  • Reduce el estrés y la ansiedad: después de una rabieta, de un día difícil o de varias horas sentados en el cole, los columpios ayudan a reducir los niveles de ansiedad y estrés, contribuyendo a recobrar la calma, y logrando que duerman mejor. Como curiosidad, un estudio publicado por la Universidad de Ginebra (Suiza) destaca que dormir en una hamaca ayuda a fijar recuerdos y a mejorar la memoria, ya que el balanceo se sincroniza con los ritmos eléctricos cerebrales. 
  • Mejora la confianza y la autoestima: subirse a un columpio y “volar” les permite a muchos niños superar miedos, limitaciones e inseguridades, además de trabajar en equipo, morirse de risa, respirar aire puro, desconectar del excesivo contacto con la tecnología y jugar en un entorno natural, cultivando desde la infancia el respeto por el medio ambiente. ¿O hay algo más bonito que contemplar un atardecer desde un columpio?

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