Siempre que pensamos en la felicidad, a nuestra mente viene la alegría innata, la curiosidad y la energía de los niños.
Desde 2013, las Naciones Unidas han celebrado el Día Internacional de la Felicidad el 20 de marzo, un reconocimiento del importante papel que desempeña en la vida de las personas de todo el mundo.
La definición de felicidad es ambigua y compleja, y su significado depende del que cada persona le otorgue, ya que está influenciada por la espiritualidad, las vivencias propias, la salud y los valores vitales.
La RAE la define como “estado de grata satisfacción espiritual y física”. Otros la definen como la plenitud, el desarrollo del ser verdadero o la conformidad con uno mismo y el orden del cosmos.
Cada cultura también entiende la felicidad de un modo distinto: los japoneses persiguen el ikigai, la unión de dos palabras (iki, vida; y gai, mérito o valor) cuyo significado es razón de ser, aquella escondida en nuestro interior y que se rige por 4 pilares: pasión, misión, vocación y profesión. Los daneses tienen el hygge, cuya traducción aproximada sería "bienestar pleno" o momento especial, consistente en un entorno confortable, buena compañía y compartir comida y bebida.
Los suecos utilizan el concepto de lagom, basado en el equilibrio y en no tener "nada en exceso, nada en defecto" para alcanzar el punto medio o la virtud, fomentando los valores de compromiso y moderación. En Holanda hay otra palabra muy bonita: gezelligheid, que podría traducirse como comodidad y que define las personas, momentos o contextos que hacen que uno se sienta alegre, relajado y acogido. En Escocia reivindican el cosagach, una palabra procedente del gaélico que apunta un estado del cuerpo y la mente entre lo acogedor, el abrigo y la comodidad. O lo que es lo mismo, una bebida caliente, una manta, una chimenea y disfrutar de la soledad o de la compañía.
Si tienes niños en casa, probablemente te preguntes cómo hacerlos más felices: estas son algunas evidencias y apuntes al respecto. Lo importante son el tiempo de calidad, los vínculos afectivos fuertes y la confianza como pilares para construir una infancia feliz.
7 claves para potenciar la felicidad en los niños
- Pasar tiempo en la naturaleza: Los espacios verdes mejoran el sistema inmune, ayudan a la relajación y combaten la ansiedad en los más pequeños, pero además, los ayudan a ser más felices. La conexión con la naturaleza mejora múltiples áreas del bienestar infantil, según una revisión bibliográfica publicada en la revista People and Nature, editada por la Sociedad Ecológica Británica.
- Tiempo para jugar: El juego es expresión, descubrimiento, imaginación, revelaciones y sensaciones. Según el lI Estudio sobre Felicidad e Infancia elaborado por Imaginarium, no tener tiempo para jugar es la segunda causa de infelicidad en los niños españoles. El juego les ayuda a desarrollarse como personas, a estar sanos, a expresar sus emociones y a tener una buena socialización, claves para gestionar la frustración y alcanzar el bienestar.
- Actividades significativas y conexión humana: Una de las conclusiones del estudio de Harvard más completo sobre la felicidad, explicado en un libro por su principal autor, Robertaldinger, es que para el bienestar es clave participar en actividades importantes para la persona y conectar con quienes nos quieren y se preocupan por nosotros. Por eso, pasar tiempo con sus amigos y familiares y destinar tiempo a sus aficiones resulta esencial.
- Enseñarles a surfear los obstáculos: El estudio de Harvard concluye que una buena vida nunca está exenta de retos, estrés o dolor, y que de hecho, se forja a partir de elementos difíciles. El profesor y autor Jon Kabat-Zinn compara las luchas de la vida como olas en el océano: "No puedes parar las olas, pero puedes aprender a surfear". Puedes compartir con tus hijos los retos y problemas a los que os habéis enfrentado, y las enseñanzas que habéis aprendido.
- Cuidar las relaciones: Ser detallistas y compasivos, trabajar la empatía y cuidar a los demás es algo esencial para cultivar la felicidad propia y ajena, algo que los niños deben aprender desde pequeños. Atender a las personas mayores, escuchar a los abuelos, llevar un postre a los vecinos, preparar una cena rica para un amigo o hacer una manualidad para ese compañero de pupitre que está de cumpleaños les enseñará a tender la mano, leer las emociones de los demás, saber pedir perdón y establecer conexiones íntimas profundas.
- Hacer deporte: El ejercicio físico contribuye a mejorar el bienestar físico y mental, a liberar hormonas de la felicidad, a dormir mejor o a mejorar la calidad de vida. A los niños les ayuda a mejorar la autoestima, reducir el estrés, socializar, liberar dopaminas y endorfina, disfrutar de estar al aire libre, respirar mejor y cultivar un estilo de vida saludable.
- Conversación y apoyo: Los niños necesitan tener una red sólida de afecto a su alrededor, rutinas estables y un entorno de confianza y apoyo para desarrollarse como seres humanos. Charlar sobre cómo les ha ido en el día a día, preguntarles sobre sus inquietudes y problemas más íntimos, profundizar en sus miedos, sueños y ambiciones, o pasar tiempo de calidad con ellos -jugando, leyendo cuentos, paseando, conversando, cocinando o haciendo los deberes- sembrará la semilla para que sean personas más estables y felices.
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